viernes, 30 de diciembre de 2016

La sabia roja corre en las venas de Chamula (crónica de viaje)

Nubes sobre el cementerio. El humo que se mezcla con las nubes, mientras las ovejas arrancan el pasto seco con los dientes grises. Nubes que se enredan con un sol opaco. Las súplicas indias que ocupan los canales de comunicación del sincretismo, abren la garganta del dolor que no tiene religión, ni reglas, ni consuelo terrenal.

San Juan Chamula (a 10 km de San Cristóbal de las Casas, Chiapas). 28 de diciembre de 2016. Hace frío pero hay sol y decenas de puestos frente a la iglesia. Cruzamos el pesado marco de madera y las almas sin cuerpo nos espían las tripas.
El piso de la iglesia está cubierto de pasto de pino, hay un murmullo irrespetuoso de los visitantes y una súplica húmeda que sale de los habitantes originarios del lugar. No se puede tomar fotos, está completamente prohibido, pero las imágenes se guardan cuadro a cuadro en la piel, es inevitable, no hay forma de taparse los ojos del espíritu allí.

Del techo altísimo cuelgan telas y ramos de flores que se secan con los pétalos hacia abajo. Huele a velorio, las paredes laterales tienen muebles antiguos colocados uno junto al otro. Las puertas de vidrio permiten ver las imágenes enormes de los santos construidos con cerámica, cubiertos de trajes pesados, la piel pintada de un color tan pálida que podría representar el ahogo. Los ojos ojerosos de cada estatua pegan alaridos aunque sean las tres de la tarde, y del cuello cuelgan los espejos enormes que reflejan a los vivos.




Nuevamente, ¿podrás ver todo el suelo cubierto de pasto de pino?, los muebles con puertas de vidrio que sostienen a las imágenes como si fueran seres humanos disecados, y frente a esas cajas que los separan como en jaulas, grandes escritorios antiguos cubiertos por completo de velas.
En el otro extremo del salón el altar principal tiene más velas, más imágenes, y encima cuelgan guirnaldas de globos que se desinflan lentamente con el paso del tiempo, adornados con lucecitas que funcionan tocando una y otra vez la melodía de navidad.






Frente a los santos, los nativos de Chamula colocan velas en el suelo y rezan en su lengua. Puedo mirar la espalda de una mujer de cuclillas, con sus largas trenzas atadas en la punta, ladeándose frente a la figura sublime de una Guadalupe rodeada de los chillones focos azules.
Se agranda el universo. Se estira como si fuera posible nacer dos veces en una misma experiencia humana. El telón del mundo va a contraerse una vez más, están los cantos internos pidiendo clemencia divina, ya que en definitiva los mares nos cubrirán a todos.
Me dan ganas de vomitar, la fuerza de la tierra va a tragarse mis pies. La oscuridad abraza más fuerte que el amor y hay que correr colina abajo, hasta el cementerio. Allí los cuerpos se funden con una tierra que parece haber sido presa del fuego.

Estoy lejos. Estamos lejos. Las calles llevan a los hogares fantasmas y mientras los niños procuran vender artesanías al valor de monedas, toda la sangre de la conquista sigue fresca para manchar el olvido. 

miércoles, 28 de diciembre de 2016

“La culpa es de la flor” (crónica zapatista)

“La culpa es de la flor”, explica el Subcomandante Galeano, procurando una respuesta al motivo por el que científicos de distintos lugares del mundo, fueron invitados al encuentro con el ejercito zapatista. En la segunda jornada de conferencias, se dividen las clases en diferentes temas y las lapiceras corren en el papel para no perder detalles.

Cuando el cielo en San Cristóbal de las Casas ya está colmado de estrellas, es el turno de Galeano para cerrar el día de pláticas científicas. Nuevamente sus palabras están cargadas de belleza y determinación política, alquimia que se mezcla con el humor y la inocencia. ¿De qué manera incorporan el conocimiento los pueblos zapatistas?. A continuación, y sin conectores de relleno, les comparto la explicación clara y franca del Sub Galeano al respecto.

“En nuestra primera participación general de ayer, les presenté algunas de las preguntas que mis compañeras y compañeros, que han sido seleccionados como alumnos suyos, prepararon. No son mis preguntas. Si hubieran sido mías, hubieran sido de otro estilo, serían preguntas tipo ¿Qué diferencia hay entre la sopa de calabaza y la deficiencia cognitiva?, ¿cuáles con las cualidades nutritivas de ese potente alimenticio que es el helado de nuez?, ¿las inyecciones son una forma pseudocientífica de tortura?”, el auditorio ríe. “Así que lo único que hice con las preguntas de mis compas fue agruparlas. Estos doscientos compañeras y compañeros, cien mujeres y cien hombres, fueron seleccionados para asistir, es decir, responden a colectivos, su presencia aquí no obedece a interés o beneficio personal, al regresar, deben responder a sus colectivos sobre lo que éste encuentro fue, lo que aprendieron o no, lo que entendieron o no. O sea que están obligados a socializar el conocimiento, esa es la razón por la que ven que estos compas, escriben y escriben en sus cuadernos y se consultan entre sí, con una agitación que dudo que encuentren en su alumnado en la academia. Con esto quiero decirles que, aunque aparentemente ustedes están confrontando a doscientos encapuchados y encapuchadas, en realidad sus palabras llegarán a decenas de miles de indígenas de diferentes lenguas originarias.
El interés por la ciencia en las comunidades zapatistas es legítimo, es real, pero es relativamente nuevo, no ha sido siempre así. Responde a una transformación que nuestra lucha ha experimentado, a nuestro proceso de construcción de nuestra autonomía, es decir, de nuestra libertad.
1.       Las comunidades indígenas zapatistas, representadas aquí por éstos doscientos transgresores del estereotipo del indígena que reina en la derecha e izquierda institucional, no conciben éste encuentro como un evento único, para que me entiendan, no es una aventura pasajera. Ellos, los pueblos zapatistas, esperan que este primer encuentro sea el inicio de una relación estable y duradera, esperan seguir en contacto con ustedes, mantener un continuo intercambio, o como dicen los pueblos, “que no sea la primera ni la última vez”.
2.       El modo de nuestro modo: para que no se desesperen, y para que entiendan porque no hay preguntas después de cada exposición, permítanme explicarles cuál es nuestro modo como alumnas y alumnos. Nosotras, nosotros, no nos planteamos problemas individuales, como alumnado funcionamos también en colectivo. Cada quien hace sus apuntes, luego de la clase o de la plática, se reúne el colectivo y se completan los apuntes tomando lo de todos, así si alguno o alguna se distrajo o no entendió, los demás le completan o le aclaran”.
Explicó que sólo se transmitirán aquellas preguntas colectivas que resulten de la puesta en común. Serán esas incógnitas las que llegarán posteriormente a los científicos. “Yo sé que les puede parecer un proceso engorroso y tardado, y que más de una o uno se desilusione pensando que no supo captar la atención de nosotros, se equivoca”, prosiguió, “todo esto parte del convencimiento de que éste encuentro es el primero de muchos, y que todas, todos ustedes, mantendrán comunicación con sus alumnas y alumnos, y a través de ellas y ellos, con decenas de miles de zapatistas, entonces tengan paciencia”.
Cuando salimos del auditorio, el frío chiapaneco y las combis colmadas de asistentes volviendo al centro, construyeron el escenario que sostuviera a cada uno, en las reflexiones que ésta segunda jornada nos regaló.

27 de diciembre de 2016. San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México. 










lunes, 26 de diciembre de 2016

Las preguntas Zapatistas para la Ciencia (crónica zapatista)

“Para nosotras, nosotros las, los zapatistas, hoy ha comenzado un nuestro largo caminar, en búsqueda a las y los otros quienes pensamos que con ell@s tenemos una gran responsabilidad de defender y salvar al mundo en que vivimos, artes de artistas, ciencias de científicos y los pueblos originarios con los abajos del mundo entero”, dice al micrófono el Subcomandante Galeano, siempre mejor identificado como el “Subcomandante Marco”.

Subcomandante Galeano (Conocido antes como Subcomandante Marco) 

Es el día 1 del Encuentro “L@s Zapatistas y las ConCiencias por la Humanidad”, a las 10 de la mañana ya estamos en el CIDECI-Unitierra. La mañana está fría, pero al sol y tomando café de olla se está a gusto. Unos momentos después, hombres y mujeres zapatistas llegan al predio haciendo una hilera.

Es una Universidad de la Tierra, a los alrededores se ven los cerros y un cielo siempre lleno de matices grises y soleados. Ingresamos a un salón enorme en el que se ve una clase abierta al mundo, donde mujeres y hombres zapatistas dialogan con la ciencia desde la realidad más profunda de sus pueblos.
“Hoy estamos aquí, no para decirnos qué tenemos que hacer, sino para conocernos cuál es nuestra función que nos tiene el capitalismo en este mundo, y para ver si es un bien lo que nos hace hacer el capitalismo para este mundo en que vivimos con los seres humanos y los seres vivos. Y si descubrimos que está totalmente mal, el mal uso que hace el capitalismo de nuestras ciencias, entonces tenemos que hacernos responsables y entonces tenemos que decidir lo que tenemos que hacer”, dijo Galeano cerca de terminar el largo poema de lucha que fue su discurso.
El 1 de enero de 1994, tras el anuncio de que México iría al libre comercio con Estados Unidos y Canadá, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional tomó el Palacio Municipal y declararon la guerra al Ejército. Se lee la 1ra Declaración de la Selva Lacandona y marcan un nuevo camino para la lucha indígena.

“Así que bienvenid@s a este encuentro, a este largo caminar de otras ciencias y que no haya descanso, que el descanso marque porque ya está construido el otro mundo nuevo y si no hay eso no habrá descanso. Que su sabiduría de ustedes, científicas y científicos, se encuentre y se abrace con nuestra gana de aprender y conocer los mundos”, dijo finalmente el Subcomandante Galeano.

















domingo, 25 de diciembre de 2016

“Queremos un mundo donde quepan muchos mundos”, EZLN (crónica zapatista)

“Otro mundo es posible”, dice el bordado de una pequeña tela en forma de mantel. Está junto a las otras artesanías zapatistas, en uno de los puestos dentro del Centro Indígena de Capacitación de Capacitación Integral (Cideci)-Unitierra, Chiapas. Este 25 de diciembre, el día de navidad, nos inscribimos al Encuentro “L@s Zapatistas y las ConCiencias por la Humanidad”.
25 de Diciembre de 2016. Acreditación al Encuentro “L@s Zapatistas y las ConCiencias por la Humanidad”
Asistirán 200 mujeres, hombres, niños y ancianos, bases zapatistas que hablan las lenguas Tzeltal, Tzotzil, Tojolabal, Chol, Zoque, Mame y mestizo.  Ellos podrán hacer consultas a los más de 90 científicos que fueron convocados para formar parte de las sesiones generales, charlas de divulgación y talleres.

En la 6ta Declaración de la Selva Lacandona, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), propone generar en el ámbito internacional, “más relaciones de respeto y apoyos mutuos con personas y organizaciones que resisten y luchan contra el neoliberalismo”. Éste, es el primer Congreso que se hace de puertas abiertas al mundo, motivo por el cual muchos extranjeros participaremos en calidad de escuchas.

En medio de los cerros chiapanecos, treinta y tres pueblos indígenas se unirán en el diálogo y aprendizaje para crear nuevas bases de trabajo conjunto. Otro mundo es posible, y es desde la raíz que comienza la transformación. 

“Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, para quienes es regalo la muerte, para quienes está prohibida la vida. Para todos la luz. Para todos todo. Para nosotros el dolor y la angustia, para nosotros la alegre rebeldía, para nosotros el futuro negado, para nosotros la dignidad insurrecta. Para nosotros nada.
Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos.
Nuestra lucha es por el hambre, y el mal gobierno regala plomo y papel a los estómagos de nuestros hijos.
Nuestra lucha es por un techo digno, y el mal gobierno destruye nuestra casa y nuestra historia.
Nuestra lucha es por el saber, y el mal gobierno reparte ignorancia y desprecio.
Nuestra lucha es por la tierra, y el mal gobierno ofrece cementerios.
Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergenzas.
Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro.
Nuestra lucha es por el respeto a nuestro derecho a gobernar y gobernarnos, y el mal gobierno impone a los más la ley de los menos.
Nuestra lucha es por la libertad para el pensamiento y el caminar, y el mal gobierno pone cárceles y tumbas.
Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.
Nuestra lucha es por la historia, y el mal gobierno propone olvido.
Nuestra lucha es por la Patria, y el mal gobierno sueña con la bandera y la lengua extranjeras.
Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia, libertad, justicia y paz. Estas fueron nuestras banderas en la madrugada de 1994. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias”, se lee en la Cuarta Declaración de la Selva Lacandona.

jueves, 22 de diciembre de 2016

Soñar en el Cañón del Sumidero (crónica de viaje)

Ana Julia sonríe, cuando despertamos temprano para prepararnos para ir al Cañón del Sumidero llovía y hacía frío, así que pensamos que no podríamos ir. Dormimos un poco más, o bueno, ella durmió un poco más y yo me quedé pensando en todo, haciendo esos procesos duros de la mente por intentar crear respuestas a preguntas nunca bien formuladas.

El día se puso maravilloso y la combi de la excursión nos buscó en la puerta del hostal a las 9 am, una hora después estábamos en una lancha llena de turistas mexicanos. “¿De dónde nos visitan?”, dijo el guía, “de Brasil”, dijo Ana Julia, “de Argentina”, me sume.
La travesía por agua está a 5 km de Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de Chiapas, dentro del municipio de Chiapa de Corzo. Las aguas del río Grijalva, que atraviesa los estados de Chiapas, Tabasco y desemboca en el golfo de México, están rodeadas de una vegetación brillante en la que viven diversas especies animales.
La inmensidad se abrió frente a los diminutos seres humanos que somos y vimos cocodrilos tomando sol sobre las piedras, monos araña saltando entre las ramas de los árboles que crecen en las alturas, aves de distintas especies. Todo el paisaje respirando naturaleza.
“A ésta, la llaman la Isla de los Buitres, ellos comen los cuerpos de los animales muertos y si no encuentran carroña elijen al más débil de la manada, lo golpean hasta que muere y entonces se lo comen”, explicó el guía y nos horrorizamos, “y lo mismo con los turistas caídos del bote”, agregó generando la risa de todos.
En una cueva a mitad de camino vimos un altar con la virgencita de Guadalupe, allí llegan las ofrendas y los rezos. Muy cerca una placa conmemorativa recuerda al “Dr. Miguel Álvarez del Toro, Guerrero Incansable de la Naturaleza”. El paseo concluyó frente a un fenómeno vegetal al que llaman “el arbolito de navidad”, por su forma triangular y sus bolados de una planta como musgo.  
Cuando baje la cámara para entregarme al microorganismo que soy en el universo, fui parte absolutamente de esa magnífica presencia de la divina naturaleza. Como una serpiente que cambia la piel sin hacerse daño, el fluido de esas aguas se llevó una nueva capa de piel gastada. Deje las preguntas confusas y las respuestas inacabadas de la mente. México tira de las raíces más profundas, y allí, en un pequeño barquito, observo el acantilado que tiene un kilómetro de alto, con una profundidad de 250 metros. El paisaje-árbol se manifiesta con su inmensidad hacia las aguas más lejanas de la orilla y las piedras más cercanas al sol.

Antes de regresar a San Cristóbal recorremos un poquito de Chiapa de Corzo. “Se llama igual que la calle donde está el Hostal”, dice Ana Julia. “Sí, todo está conectado”, me sorprendo.