miércoles, 28 de septiembre de 2016

Zapateo de la Raíz (video crónica)

Giran las polleras y los colores inundan de esa frescura que tiene la tierra fértil. Esas tradiciones llenas de detalles artesanales, bailan sobre el escenario del Sexto Encuentro Nacional de Tradición y Nuevas Rolas que se celebra en Oaxaca, México. De Tradición y Nuevas Rolas - Secretaría de Cultura

En cada movimiento y representación se cuentan las historias de cada pueblo. Durante una noche comparten la risa y la belleza los representantes de 16 estados mexicanos, 11 pueblos indígenas, más de 80 músicos que eligen brindar su arte a la preservación de sus lenguas. 


Desde la mesa de Michoacán hacemos porras con mis amigos de Ireri, la banda fusión p´urhépecha de Puácaro y Erongarícuaro. Paco, Beto, Checo, Monna y Karlita me trajeron a éste portal del mundo mágico y éste viernes concursarán para ser los representantes de todo el país. 



domingo, 25 de septiembre de 2016

Pátzcuaro Introspectivo (crónicas de viaje)

Caminé por Pátzcuaro, como quien camina sobre la luna más plateada. Tengo que contarte algo, pero necesito que me ayudes con la imaginación, por favor transformá estas palabras en imágenes porque quiero mostrártelo.
Camino a Janitzio

La Plaza Vasco de Quiroga es, junto a la de Gertrudis Boca Negra, una de las plazas importantes del pequeño pueblo michoacano. Allí, caminando por sus escalones de piedras, entre sus jardines verdes, hay parlantes imperceptibles, por donde se llena el paisaje de música ambiente.

Habitación 20, 21, 39, 12 y 13. Todos los días un cuarto diferente.
El primer cuarto me deprimió profundamente, fue la tarde que llegué. El cielo se cubrió de gris y comenzó a llover a los pocos minutos de bajarme del segundo colectivo. Lázaro Cárdenas hasta Uruapan y desde Uruapan hasta aquí, Pátzcuaro.
¿Viste lo que dicen del universo?, que hay que aprender a aceptar sus giros. Cuando llegué al hostal donde plenee quedarme, no había lugar. El hombre de la casona oscura era bastante desagradable y cuando me abrió la puerta bajo la tormenta, me dijo, “en un espacio para 15 están durmiendo 30 chicos de la universidad, no tengo espacio”.
Así que la primera noche llueve, no hay hostal, estoy en un hotelucho deprimente y no tengo nada para hacer en esta vida, ¿qué carajo estoy haciendo?. Así que mire muchos documentales para turistas que visitan Pátzcuaro y me dormí sin cenar.
La muchacha de rulos, la amiga de mi amigo rubio que ahora también es mi amiga, me dijo algo sobre enfrentar el vacío.
Enfrentar-el-vacío. Permitirme que me invada el pánico, la desolación, la pérdida profunda de sentido, aun sabiendo que por acá es mi camino. Miedo. Sí, ese miedo inevitable que genera entregarse por ejemplo, a un nuevo país.
Pátzcuaro me tuvo la paciencia que necesitaba. Sus plazas con música ambiente, sus calles y casas coloniales que me conectaron con los pueblos del norte argentino, o bien mi barrio en la ciudad, San Telmo.
Aceptar los hoteles, todas las noches un cuarto distinto. No hay lugares debido a una fiesta sobre la muerte aquí cerca. Cargar la mochila para comprender que necesito llevar menos equipaje, porque efectivamente necesito muy poco.
Eso de “perderse para encontrarse”. No sé. Pero camine por Pátzcuaro en silencio, escribiendo como a soplidos en mi cuadernito experimental. Aceptar que llueva a cántaros y volver a mirar la tele o dormir la siesta.
Caminé sola por las noches, cuando la lluvia paraba un poco. Vi a un grupo de jóvenes tocar sus tambores y trompetas en la plaza, comí un choclo con picante, mire una película de domingo aunque era jueves a la noche.
Recorrí algunas cuadras laterales y me encontré con la enorme Basílica de la Madre de la Salud. Entre justo cuando celebraban una misa y me senté bien atrás. Isabel me dijo que las iglesias cuentan mucho sobre la historia de un lugar, así que observé.
Al tercer día junte coraje para salirme de Pátzcuaro. Me tomé una camionetita, que en Argentina sería un colectivo urbano, y llegué a la Isla de Janitzio. El debate interno sobre eso de ser viajera y no turista, sintiendo cansado el corazón de tanto sentir, entregando algo de mí al lago, para que lo transforme.
Días de silencio. “Quiero entregarme al vacío”, me decía, entonces dejé que la ausencia de la expresión a partir de las palabras, me permita respirar. A veces eso que nos da energía, también nos la quita. Eso ocurre cuando jugamos bajo la presión innecesaria que nosotros mismos nos obligamos a sentir.
Ahora por ejemplo, escribo, porque ya estoy lista para volver a disfrutarlo.
Una noche de esas en que llovió, quizá fue el día en que volví de Janitzio, salí por un café. Me detuve primero en la galería de arte “La Cabrona” y cuando me disponía a volver al hotel, me encontré con el Espacio Cultural “La Jacaranda”.
En el segundo lugar conocí a Kitzia González Simón, una excelente pintora oriunda de Pátzcuaro, que volvió después de varios años vivir en Morelia, para crear “La Jacaranda”. En Argentina a ese árbol lo llamamos “el Jacarandá”. Esa noche tomando un chocolate, la entrevisté sobre su trabajo como artista. En unos días compartiré aquella charla.
Ayer conocí Tzintzuntzan, que en la lengua purépecha significa “lugar de colibríes”. Allí están las Yácatas, cinco pirámides arqueológicas que fueron templos del pueblo Purépecha antes de la llegada de los españoles. También escuché relatos históricos en el museo que se encuentra frente a la inmensa plaza del pueblo.
A la noche volví a La Jacaranda. Kitzia me había dicho que el sábado tocaba una banda que hacía una fusión entre el castellano, el inglés y la lengua purépecha. Así en el mismo día sentí la sangre ancestral y la sangre joven de éste pueblo.


Cuando empecé a escribir estas líneas, todavía no sabía que mañana me voy a Oaxaca con Ireri. Pátzcuaro ha sido efectivamente la puerta a la luna. Eso me gusta de éste viaje que es la vida, su misterioso desarrollo, me regala sus páginas de intensidad. 

domingo, 11 de septiembre de 2016

Hula-hula en el infierno (paisaje interno #38)

“Soy nada, no valgo nada, no voy a ninguna parte, no bebo de ninguna fuente de agua paradisiaca. Viajar es cruel, la oscuridad de mis palabras es necesaria, no te asustes, camina despacito y seguime a la profundidad de éste paisaje interno.
Acuarela 

Necesito decir que duele, y está bien que duela, en definitiva, el dolor también es una posibilidad de aprendizaje. No me detengas a mitad del abismo, déjame caer bien desde arriba, desde ahí quiero comenzar otra vez.
Estoy jugando con fuego, me enveneno con el puto infierno, danzo la danza de mi muerte y sangro. Sangro de esperanza, de menstruación, de luna oscura, de resurrección prematura. En la cintura llevo un hula-hula de asfixia.
Estoy encerrada en un temazcal mexicano y me acaricia la perdida oscuridad. Unas lobas originarias aúllan para espantar al carroñero diablo eréctil. El maldito me suelta de adentro de su garganta y las mujeres lobo me lamen las heridas mientras jadeo descompuesta.
Ahí está el camino frente a la urgencia de mis horas, la montaña rusa está muy alta, a mí me toca impulsar el carro de mi vida a la caída empinada.
Soy poco, valgo poco, voy a alguna parte. Bebo las pocas gotas que se desprenden de mi propia transpiración, en el agobiante verano eterno a orillas del pacífico. Viajar es la única manera que conozco para huir de mi angustia existencial.
¿A vos también te duele la vida?. Consuelo de tonta o no, qué alivio odioso, ya somos dos.
Y si somos dos, o si somos más, ¿Por qué siempre me rodea ésta canaleta profunda de soledad?.  ¿Me seguís unas palabras más?, yo sé la incomodidad del veneno que cargan mis letras, pero aprendamos también esto: la oscuridad afuera, como el fuego que sale de la boca del dragón.
Yo me curo con palabras, me curo manchándome el alma de acuarelas. Me arrastro hasta la orilla y antes de la muerte, me gasto la vida como quien no tiene nada para perder. Quiero saber qué hay para ganar.
Si soy nada entonces también soy todo, soy parte del universo, me invento despacio para no agotarme el corazón. Resucito, me reciclo, me observo.
Vuelo.
Me coso las alas en la espalda y confío. Me suelto, me desarmo la estructura incomoda del dolor y sufro gozando. ¿Hay todavía oscuridad en mis palabras?. La oscuridad también es un lugar para jugar dice mi niña interna. Ella sí que no le teme a nada. Por eso sale como un arlequín de mí y salta como una luciérnaga en la laguna nocturna.
¿Puedo gozar dentro del dolor?, ¿me puedo manchar con agujeros y transmutar en cerros?, ¿cómo hace la pachamama con el dolor del mundo?, ¿de dónde saca la fortaleza que nos abraza con naturaleza, aun cuando sus hijos sólo le lastimamos el corazón?, ¿qué puedo aprender en su dolorido vientre que todavía nos recibe con amor?.
Soy parte del todo, universo vos ya sabes para lo que vine. Tengo los brazos en lo alto, por eso sigo haciendo girar el hula-hula de asfixia, por eso no me incendio cuando juego con fuego.
Te agradezco, me pongo de pie porque me toca ser valiente y te agradezco.
Es hora de salir del túnel, si había veneno lo obsequio a la pacha que siempre lo recicla.

Crezco, doy un paso más y avanzo. Espero, me siento, respiro, y me doy tiempo”, me dijo la mujer de alas verdes mientras giraba sobre su eje en el infierno que se inventó ésta noche. 

11 de Septiembre de 2016. Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 

La mujer es una bestia libre por naturaleza (paisaje interno #37)

La mujer es una bestia libre por naturaleza,
Sus instintos animales la hacen tanto peligrosa, como bondadosa,
La mujer bestia que ha sido domada por la violencia,
Tendrá lastimada la piel,
Pero siempre tendrá el alma libre,
Porque la mujer es una bestia libre por naturaleza.

Acuarela

Cuando los giros oscuros de la cultura
Salen a la superficie, maltratando a la especie,
La mujer bestia debe asumir como lucha propia,
La misión de hacer florecer amor donde hay desconexión,
Y ese es además su más poderoso saber.

Nunca pretendas retener a la bestia,
Si no sos capaz de conquistar a la mujer,
Porque la bestia ama desconsoladamente,
Pero la mujer conoce el terreno de la prisión.

La posibilidad de compartir el mundo,
Con la bestia que es la mujer libre,
Requiere la fortaleza espiritual que tienen aquellos,
Que no necesitan atarse a nada,
Para sentirse seguros.
La mujer bestia conoce el dolor,
Y desde ese conocimiento,
Comprende la vida.

(Texto escrito el lunes 12 de enero de 2015, en algún lugar del Sur Argentino)

jueves, 8 de septiembre de 2016

¿Nos espejamos? (paisaje interno #36)

“Me reconozco en sus ojos. Me traslado a sus vidas, me identifico con sus sueños y sus tristezas, no sé cómo explicártelo. Soy ellos y ellos son esto que soy, igual que vos y yo.

Estoy tan sola a veces en éste maravilloso cosmos, que salgo a la calle para encontrarlos, y la verdad es que no sé cómo aproximarme de otro modo a sus vidas, que intentando contar sus historias.
Camino por la luna de vidrio y ahí están sus rostros que son el mío. En esos espejos cuando me reflejo, los veo saludarme. Cada cuento me transforma, y mi propia trama tiene sentido si consigo unir sus relatos.  
Voy abriendo mis escamas viejas para que le entre el sol del mediodía. Necesito que todo mi amor se traslade a sus venas, que esas batallas se transformen en la mía, y que cada suspiro de revancha nos proyecte positivamente.
Estamos tan brevemente en ésta existencia, que podemos mirarnos para que existamos mutuamente. No hay mayor demostración del milagro divino, que mirarnos, y sentir que realmente nos vemos”, dijo la mujer de alas verdes y salió a encontrarse con sus espejos.  

8 de septiembre de 2016, Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 

martes, 6 de septiembre de 2016

Dos Horas (Crónicas de viaje)

Cuando llegué a México, mi reloj retrocedió dos horas. Mis círculos se sobregiraron y miré por la ventanilla del avión que me dejó en Zihuatanejo, a pocas horas de mi destino en Lázaro Cárdenas. Acá vive mi amigo rubio con su amiga de rulos, en una bella casita de pueblo.
Foto automática en el Océano Pacífico, en Lázaro Cárdenas,

No sé en qué dimensión me instalé desde entonces. Pero día a día la compañía maravillosa de la muchacha de rulos, que me recibió con el amor de una madre y la valentía ante la vida de mi amigo rubio; me sostuvieron para que finalmente me anime, y éste día, llegue al mar.
Dejé todo. La comodidad de mi angustiante trabajo para un gobierno que lastima a mi pueblo, el departamento que amaba en San Telmo. Un amor imposible. Todos mis libros encerrados en cajas, en la casa de Francisco, el padre italiano de Isa, una amiga que antes de amiga, fue suegra.
Viví el último mes con Itatí y su familia en Quilmes, mientras trabajamos para contar la historia de sus padres. Viví con R, mi amigo marplatense que vivió diez años en España. Y viví con mi familia, recorriendo los laberintos que implica, que una decida dejarlo todo y echarse a volar.
Viví, conviví, y seguí pintando acuarelas para Tierra Natal, esta dimensión paralela que me regalo para hacer catarsis sobre el fuego que me desata el amor por la vida.

Las acuarelas son mis remos a la imaginación, mi espacio de juego, mi cuota del arte natural que despide mi alma. Si pude afrontar cada pedacito de éste camino que me trajo a Michoacán, también debo agradecerme este espacio de exploración, a carne viva que hago ante los demás en ofrenda.
La foto  
Allí se ve perfectamente a la mujer de alas verdes. Está en la foto de manera mágica. Porque yo llegue al mar tímidamente, pero me fui entregando. Llena de fuego me deje cubrir por las olas. La playa estaba desierta, sólo las palmeras agrestes y el mar.
Aquí la playa queda en el océano pacífico, y el mar es completamente indómito. Da una sensación de libertad que me gustaría transmitirla en éstas palabras. Porque el día de agobiante calor se abre de manera maravillosa en la orilla del mundo y sentís adentro la volatilidad de las horas, los días. Por un segundo conectas tu alma al infinito del que serás parte en muchas formas.
“Pero ahora”, diría la mujer de alas verdes, “es la belleza del instante”. Y me desabroché el corpiño, lo apreté con mi mano derecha, y me deje inundar el torso desnudo en la orilla del mismísimo continente. Y juro, que con la misma desfachatez hermosa de mi madre, grite al cielo “Gracias Dios”.
Y me entregué durante un rato largo a recibir la inmensidad de las olas bravas, del mar revoltoso que me tocó hoy.
Hace un año en Brasil volví a nacer. Allí nació sin querer una mujer nueva a la que llamé “Maga Beijaflor” que firma las acuarelas de la mujer sabia, con alas verdes de mariposa.
Una mariposa que nació como un tatuaje en la espalda. Una marca de vida después de leer “Papillón”, la autobiografía del preso francés que se escapó de las peores cárceles de las Guayanas Francesas, hasta lograr su libertad. Ese hombrecito testarudo que no se conformó y lucho por su vida. Papillón, significa “mariposa” en francés y así lo llamaban a él por el enorme tatuaje que tenía en el cuello.
Cuando el verano (argentino) pasado, decidí hacer un pequeño experimento en el norte argentino para saber si realmente quería cambiar de vida, inventé Tierra Natal y usé mi tatuaje de papillón en la espalda como logo.
La mariposa tomó vida en los dibujos. Pero ésta tarde, sintiendo el mar en todo el cuerpo, quise retratar esa sensación, puse la cámara automática del celular y tomé dos fotos.
En la primera foto con el mar apareció una mariposa en pleno vuelo. Y como una niña, sentí el misterio del mundo, la realidad de mi aventura, el inicio del viaje a ésta nueva dimensión.
No tengo ninguna respuesta, pero sé que quiero contar miles de historias.
Finalmente, terminó el proceso de la crisálida y comenzó la nueva oleada.


6 de Septiembre de 2016. Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

Las nuevas oleadas del mundo que nos inventamos (paisaje interno #35)

“¿Pensaste alguna vez en cómo sería un mundo que pudieras inventar desde cero?.
La construcción de ese universo desconocido que hay en vos, es una artesanía que se transita puntada a puntada, sensación a sensación. Y no es que sea necesario romper nada, ni negar lo anterior, ni desmerecer todas las viejas batallas. Y lo repito: no es necesario desmerecer todas tus viejas batallas cotidianas. Pero cuando se inventa un nuevo mundo, todas aquellas estrellas trazadas en el propio cosmos, mágicamente se comienzan a constelar.
Acuarela

¿A dónde vas?
A donde te lleve el amor por la humanidad, tu esperanza por construir una alternativa de comunicación, tu juego incansable que busca sanar con la palabra.
¿Dónde estás ahora mismo?
Con las gruesas camperas del invierno porteño y la ropa casera transpirada del caribe. Tomando mate bajo la luna Chaqueña, armando mapas en un pueblito mexicano. Estas ahí donde te transporta el corazón cada vez que lo necesites.
El nuevo mundo.
Ese hemisferio tuyo donde te tejes una nueva piel, tiene la característica de ser paciente. Estas aprendiendo a conocer tus piezas antiguas combinadas con las que resultan del camino. Las horas se desarman adentro del reloj, sentís la energía de los vegetales abriéndose a la vida en el jardín después de la tormenta.
En el nuevo mundo los más allá son más acá y eso que se intuye toma cuerpo. No hay cosa mejor en ese momento que aceptar las nuevas oleadas con una sonrisa. Hay tantas formas de estar vivos, que nadie podría asegurar cuál es la mejor y cuál es la menos recomendable.

Pero hay una cosa importante para saber. Cuando nos ofrecemos la posibilidad de inventarnos nuestro mundo natural, ese para el que venimos desarrollándonos, hay un giro maravilloso adentro y afuera de nuestros sistemas. Porque la verdad sobre eso que somos, es el resultado de la manera en que juntamos las piezas del rompecabezas, que afortunadamente somos”, dijo la mujer de alas verdes y siguió jugando en el infinito. 

sábado, 3 de septiembre de 2016

Viajar al universo propio (paisaje interno #34)


Dos perros ladran desde el portón, una brisa de calor mueve la copa de los árboles, a ésta hora no se recomienda caminar descalzo en la calle principal, ya no quedan trozos de queso, manzanas, ni azúcar. El mundo parece distinto, aunque sabemos que está igual que siempre.
Acuarela 

Cuando muevas las aguas internas observa hacia dónde comienza el nuevo flujo de creación. No hay caos que no conozcas desde antes en vos. Son esos espejismos viejos los que te causan temor, pero la aventura también es una disciplina que necesita tu quietud.
Afuera y adentro no siempre son la misma cosa. Pero definitivamente para viajar afuera, primero hay que viajar adentro.
¿De qué hablo?. Vos lo sabes bien. Viajar por el universo no es tomarse un cohete espacial, ni anestesiarse los sentidos con veneno, ni cambiar todos los adornos del rostro para bailar en la disco del pueblo.
Viajar por el universo es poner pausa, decir con el corazón saltando entre los dedos: ¿y ahora qué?, y que no haya respuesta.
Por eso mejor no imaginar nada. Mejor no hacer nada. Mejor dejar que ocurra. Mejor que el tiempo sea solo eso, tiempo.
¿De qué hablo?. Vos lo sabes bien.
Hablo de que cuando te arranques los viejos pedazos como la cáscara de una mandarina, y te quedes en carne viva, y cicatrices al sol, y comiences a nadar en ese río que será siempre el indicado. Esa idea, de la cual todavía no tenes idea ahora, nacerá para sorprenderte.

Entonces, pero solo después de quedarte quieta, comenzará el viaje hacia afuera.