Mauricio Tiberi en su Peña "Doña Argentina"
Desde la primera conversación que
tuve con Mauricio Tiberi en el departamento de unas amigas en el barrio de
Almagro (Capital Federal), hace cosa de tres años o más, él me había comentado
su necesidad de volver al pago. Hace más de un año supe que se volvió
finalmente a Cafayate y en alguna de sus visitas a Capital Federal me contó
sobre la grabación de su primer disco “Desentierro”.
Cuando llegué esa noche a la Peña
“Doña Argentina”, en el fervor de viajar sola y estar en espacios desconocidos,
no recordé que estaba en la tierra natal de Mauricio. Cuando me lo crucé en el
patio como si fuera un concurrente más, tampoco entendí en primera instancia
que me encontraba justamente en su patio de infancia y en su presente tan
añorado. “Esta es la casa de mi abuela, acá es la Peña que tengo con mis
hermanos”, me dijo después del abrazo.
"Yo miro el mundo desde
Cafayate, tengo los anteojos puestos con el valle Calchaquí, que siempre me
está marcando una forma de ver, de pensar, de sentir. Es muy importante ir paso
a paso, la gente del valle calchaquí suele ir despacito, que es valorar los
procesos, los ciclos, los que se cierran y se abren otros nuevos, la naturaleza
es así, todo el tiempo nos muestra ese ciclo”, expresa sentado en ese mismo
lugar donde ha vuelto a vivir. “Siempre tuve una profunda admiración por la
naturaleza, de poder acercarme a la montaña y ver crecer el berro en el río
colorado, en el divisadero, o sentir el aroma del poleo cuando llueve, o mirar
el cerro y descubrir que hay un montón de cabras que han logrado subir una
altura inimaginable, la naturaleza todo el tiempo nos está hablando de una
forma de habitar un lugar”.
“Me siento profundamente
vallista, y agradezco la oportunidad de haber ido a la ciudad y aguantado la
ciudad que es muy hostil en muchos aspectos, pero que también tiene mucha magia
en muchos otros”.
Los años en los cerros de metal, una temporada en Capital Federal
El patio de "Doña Argentina" |
Mauricio se fue a Buenos Aires para
estudiar Comunicación Social en la UBA, "era la manera que encontraba
segura de poder hacer algo con los medios de comunicación, con algo que me
apasiona desde muy chiquito que es la radio". En ese contexto frío de la
gran ciudad cosmopolita, surgió de manera natural su trabajo con la música
andina. "Cuando era más chico estaba más limitado con mis conocimientos
musicales, si bien toco la guitarra desde muy chico, recién cuando me fui a
vivir a Buenos Aires le empecé a dedicar más tiempo a la guitarra. Nos
encontrábamos con amigos salteños, con amigos del interior que también vivían
allá, entonces hacíamos causa común. Nos juntábamos a guitarrear y era como
volver a la provincia, esos encuentros con la música y los amigos era una
ventana para volver".
Junto a dos amigos salteños formó
el primer trío musical y a partir de ahí pudo conocer su potencialidad como
músico. “Empecé a cantar para el público en 2003, antes solo cantaba para los
amigos o en mi casa, desde aquel momento pasé por un montón de proyectos con
otros músicos, tuve varias bandas, hasta que pude encaminarme en mi proyecto
solista con la fortuna de contar con el acompañamiento de muchos amigos músicos”.
Un patio de encuentros
"Doña Argentina", es en
homenaje a mi abuela Argentina Galván, la mamá de mi papá. Nosotros compartimos
una infancia muy feliz con ella. Su cocina era centro de la familia, el
encuentro se daba en torno a la cocina de Doña Argentina. Pasamos una infancia
llena de perros, de frutales que había en esta casa, algunos que se siguen
manteniendo. Este espacio es ahora un proyecto familiar en el que estamos
trabajando todos mis hermanos, con el apoyo de mi mamá, de mi tía Silvia que
nos acompaña siempre. En todo esto están las manos de cada uno de la familia,
acá las personas se animan a vivir un espacio de encuentro con la música en un
clima familiar y de amistad, quizá eso es lo que le da un aspecto
distintivo", comenta Mauricio.
La Peña funciona hace cuatro
años. Incorporaron a otros artistas como Florencia Micha, acróbata y actriz,
Juan Barone, en percusión, que viajan cada verano desde Buenos Aires para
formar parte. Lucas Colque, bandoneonista cafayateño, que está desde el inicio
del proyecto, Fede Cosentino, también cafayateño que además de guitarrista es
lutier y Víctor Merile en el bajo.
Florencia Micha, acróbata y actriz, Juan Barone, en percusión |
"Buscamos interpelar a la
gente desde el escenario con un mensaje claro, revalorizamos algunos ritmos y estilos
que son propios de esta región, pero que al mismo tiempo se pueden mixturar con
elementos de otros géneros que a nosotros nos identifican como una nueva
generación, vinculados con las nuevas tecnologías y con la información que
llega de todos lados”, pone de manifiesto sobre la propuesta de lugar y cuenta
que “en estos años se sumaron músicos viajeros que traen propuestas armadas, a
nosotros nos gusta abrir el espacio para que la gente pueda disfrutar desde el
jazz al reagge, pasando por la música folclórica que es lo que predomina".
Entre los artistas invitados están Los Shunkos, Franco Luciani, Los Orosco
Barrientos, Mariana Baraj, entre otros.
“Desentierro”, su primer disco
Los Shunkos |
"Fue un recorrido en el que
hubo mucho aprendizaje, que se hizo por etapas donde conté con un muy buen
equipo”, dice, “llevó más de un año de producción entre Cafayate y Buenos
Aires, con Matías Pozo, amigo de más de diez años con quien siempre estuvo la
idea de hacer un trabajo en conjunto. Esteban Cahian fue el técnico que hizo la
mezcla y grabación del disco, y Andrés Mallo lo masterizó”. Además participaron Laura Peralta, coplera,
Bruno Arias, le puso la voz a uno de los temas, Juan Pablo Álvares, en los
vientos, y Santiago Castelani, que trabajo con Cerati y grandes músicos.
"Aprendimos mucho de nuestras limitaciones, pudimos hacernos autocriticas
y el disco es además el reflejo de una etapa, el estado de cosas, lo que somos
musicalmente hasta el momento", reflexiona.
La radio, su padre y una forma de soñar
El cafayateño de 32 años tiene
los ojos negros y desde chico una profunda pasión por la comunicación. "La
radio siempre fue un lugar de encuentro, es un medio de comunicación muy
importante sobre todo para la gente que vive en la montaña". Antes de
convertirse en el músico folclorista que sube a los escenarios, su idea era
seguir específicamente los pasos de uno de sus principales maestros, su padre.
"Aprendí mucho de mi viejo, él era un apasionado de la electrónica, y fue
docente de una escuela técnica. Él llevó a cabo una radio aquí en Cafayate, una
de las primeras fm en transmitir a fines de los 80´ y lo hizo estudiando muchos
libros para saber cómo funcionaban las antenas, todo con mucha pasión y de
manera artesanal”, comenta.
La posibilidad de materializar en
algo las ideas, es la premisa de la enseñanza paterna, “es muy difícil calcular
todo el camino, pero animarse a recorrerlo ya es un paso muy fuerte. Mi viejo
es y seguirá siendo mi gran maestro, que hasta el día de hoy vengo
interpretando”. Al proyecto en la Peña, se suma un trabajo para volver a dar
vida a aquella radio fundada por el padre años atrás.
Desde la raíz
“Cuando uno deja su lugar y se va a otro,
valora cosas que antes estando tan cerca no las notaba, uno siempre está buscando
la felicidad en otro lugar. Estando en Buenos Aires me pasó añorar o extrañar
cosas. Mis canciones condensan esas añoranzas, esos mates con mi mamá o el humo
en la cocina de mi abuela que a leña cocinaban el pan a la mañana, eso marcó mi
niñez y en algún lugar de mi memoria siempre me están enseñando que yo soy eso.
Al mundo siempre lo miro desde los ojos del valle calchaquí”.
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