“La culpa es de la flor”, explica el Subcomandante Galeano,
procurando una respuesta al motivo por el que científicos de distintos lugares
del mundo, fueron invitados al encuentro con el ejercito zapatista. En la segunda
jornada de conferencias, se dividen las clases en diferentes temas y las
lapiceras corren en el papel para no perder detalles.
Cuando el cielo en San Cristóbal de las Casas ya está
colmado de estrellas, es el turno de Galeano para cerrar el día de pláticas
científicas. Nuevamente sus palabras están cargadas de belleza y determinación
política, alquimia que se mezcla con el humor y la inocencia. ¿De qué manera
incorporan el conocimiento los pueblos zapatistas?. A continuación, y sin
conectores de relleno, les comparto la explicación clara y franca del Sub
Galeano al respecto.
“En nuestra primera participación general de ayer, les
presenté algunas de las preguntas que mis compañeras y compañeros, que han sido
seleccionados como alumnos suyos, prepararon. No son mis preguntas. Si hubieran
sido mías, hubieran sido de otro estilo, serían preguntas tipo ¿Qué diferencia
hay entre la sopa de calabaza y la deficiencia cognitiva?, ¿cuáles con las
cualidades nutritivas de ese potente alimenticio que es el helado de nuez?, ¿las
inyecciones son una forma pseudocientífica de tortura?”, el auditorio ríe. “Así
que lo único que hice con las preguntas de mis compas fue agruparlas. Estos doscientos
compañeras y compañeros, cien mujeres y cien hombres, fueron seleccionados para
asistir, es decir, responden a colectivos, su presencia aquí no obedece a interés
o beneficio personal, al regresar, deben responder a sus colectivos sobre lo
que éste encuentro fue, lo que aprendieron o no, lo que entendieron o no. O sea
que están obligados a socializar el conocimiento, esa es la razón por la que
ven que estos compas, escriben y escriben en sus cuadernos y se consultan entre
sí, con una agitación que dudo que encuentren en su alumnado en la academia. Con
esto quiero decirles que, aunque aparentemente ustedes están confrontando a
doscientos encapuchados y encapuchadas, en realidad sus palabras llegarán a
decenas de miles de indígenas de diferentes lenguas originarias.
El interés por la ciencia en las comunidades zapatistas es legítimo,
es real, pero es relativamente nuevo, no ha sido siempre así. Responde a una
transformación que nuestra lucha ha experimentado, a nuestro proceso de
construcción de nuestra autonomía, es decir, de nuestra libertad.
1.
Las comunidades indígenas zapatistas,
representadas aquí por éstos doscientos transgresores del estereotipo del
indígena que reina en la derecha e izquierda institucional, no conciben éste
encuentro como un evento único, para que me entiendan, no es una aventura
pasajera. Ellos, los pueblos zapatistas, esperan que este primer encuentro sea
el inicio de una relación estable y duradera, esperan seguir en contacto con
ustedes, mantener un continuo intercambio, o como dicen los pueblos, “que no
sea la primera ni la última vez”.
2.
El modo de nuestro modo: para que no se
desesperen, y para que entiendan porque no hay preguntas después de cada exposición,
permítanme explicarles cuál es nuestro modo como alumnas y alumnos. Nosotras,
nosotros, no nos planteamos problemas individuales, como alumnado funcionamos
también en colectivo. Cada quien hace sus apuntes, luego de la clase o de la
plática, se reúne el colectivo y se completan los apuntes tomando lo de todos,
así si alguno o alguna se distrajo o no entendió, los demás le completan o le
aclaran”.
Explicó que sólo se transmitirán aquellas preguntas colectivas
que resulten de la puesta en común. Serán esas incógnitas las que llegarán
posteriormente a los científicos. “Yo sé que les puede parecer un proceso
engorroso y tardado, y que más de una o uno se desilusione pensando que no supo
captar la atención de nosotros, se equivoca”, prosiguió, “todo esto parte del
convencimiento de que éste encuentro es el primero de muchos, y que todas,
todos ustedes, mantendrán comunicación con sus alumnas y alumnos, y a través de
ellas y ellos, con decenas de miles de zapatistas, entonces tengan paciencia”.
Cuando salimos del auditorio, el frío chiapaneco y las
combis colmadas de asistentes volviendo al centro, construyeron el escenario que
sostuviera a cada uno, en las reflexiones que ésta segunda jornada nos regaló.
27 de diciembre de 2016. San Cristóbal de las Casas,
Chiapas, México.
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