martes, 17 de mayo de 2016

Escribir, no ser escritora (paisaje interno #6)

Me mentí bastante. Me mentí porque me dije desde niña que quería ser escritora. Y no señorita!, yo quiero mucho más que eso, yo quiero escribir.


Quiero escribir tanto como vos podes querer, no sé, conocer el mar. Y mira que yo sé muy bien lo que es conocer el mar y acordarse, porque la primera vez que estuve frente a la furia del agua era verano, llegamos de noche a Gesell con la familia de quien fue mi novio por esos primeros años y el mar parecía una costa cubierta de dragones blancos que se movían como víboras, uno encima del otro, dragones blancos que reflejaban una luna fuerte. Dragones que se disolvían en las últimas partículas de una arena seca que ese mismo día percibí desde lejos. Y me acuerdo que pensé claramente en lo impresionante que era estar frente a un mar así, para alguien que lo soñó desde siempre.
Entonces me lo digo bien clarito ésta noche antes de ir a dormir: yo no quiero ser “Escritora”, yo lo quiero es escribir.
Escribir hasta gastarme todas las palabras que encuentre, como si no pudiera ahorrarme ningún renglón, como si el silencio fuese solo la existencia del espacio entre un párrafo y otro.
Quiero escribir todas y cada una de las historias que me llegan al cuerpo. Quiero escribir del placer de escribir, de necesidad, de impaciencia, de pura adrenalina de vida, de retrato narrado. Olvidarme de la estúpida timidez que tengo cuando digo, evitar a toda costa esa insolente idea de que me están observando.
Quiero escribir con la desfachatez de que nadie me está mirando, sin privacidad, y decirlo todo, decirlo ahora.
Me estoy perdiendo del momento precioso que tiene esta etapa de mi vida. Porque es ahora que con miedo, con vergüenza, con timidez, con dudas, con recato, cuando más tengo que escribir. Es ahora que no sé escribir, cuando tengo que decirlo todo, es ahora que no me siento de ninguna edad que me toca hablar como loro, aullar en las páginas como lobizón.
Ahora que no me conoce nadie, ahora que el mundo gira para donde no me gusta, ahora que lo profundo agobia a las mentes que prefieren lo superficial, tengo que aprovechar. Puedo actuar de verdad detrás del telón y hacer reverencias a mi público invisible, porque total la necesidad se satisface en el expresar.
Puedo escribir de incógnito, como si guardara a plena luz del día y en el centro de la escena, mis más profundos secretos. Me divierte esconder un tesoro en pleno Obelisco y espiar desde alguna esquina, como todos le cruzan por alado sin advertirlo.

¡Qué tonta!, mintiéndome hasta ahora con eso de ser escritora. Como si la necesidad fuese el resultado y no la acción. No señorita, yo lo que quiero es escribir y nada más. Soy una partícula, un instante, un brevísimo suspiro. No puedo esperar a ser escritora, yo lo que necesito es simple y llanamente, pasarme la vida escribiendo. Nada más. 

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