miércoles, 1 de junio de 2016

Monólogo interior (paisaje interno #7)

Su cabeza va a estallar. Toda la tormenta interna va a crecer adentro de sus cuatro paredes, ¿dónde quedó el conejo de Alicia en el País de las Maravillas?, ¿Dónde está su reloj?, ¿Por qué agujero del tiempo se pierde usted?. Me atrapa la noche en su garganta, hierve de frio mi sangre, se llena la mandíbula de angustia y no llueve en las mejillas durante décadas.
El mundo se pone en blanco y negro. El ayer y el hoy son un juego macabro que llevan al cruce un jueves a su próximo miércoles, en picada y sin frenos.
 ¿Qué tan fuerte se puede ser?, ¿tengo suficiente aire en los bolsillos para poder volar bien alto?, ¿subo o bajo?, ¿voy o vuelvo antes de partir?. El futuro es el borde de un puente, que aparece al ras de cada paso que doy.
Vértigo. Ese que crece como una liana desde los pies hasta el cuello. Ansiedad. Esa que comienza a interrumpir los latidos del corazón. Necesidad. Esa que brota de la sed que ya creó un manantial de arena.
Sed. Toda la sed de la vida.
¿Qué tan raro se sentirá el amor?.
Veo mi habitación blanca, con una pared repleta de ventanas abiertas. Cada una conduce a un universo diferente, son infinitos televisores mostrando los cielos, los infiernos y todos los sub mundos que hay en medio.
Los edificios asfixian, por eso estoy corriendo valle abajo, prefiero vivir el invierno en otro hemisferio. Giran en el aire los balcones. Lo único que hago hace un tiempo es mirar hacia arriba para que los edificios me trasladen a otras historias.
¿Te podes sacar el disfraz?, ¿me ayudas a sacarme el disfraz?. Alguna vez, podremos vivir con menos armaduras, alguna vez bajaremos las espinas. Alguna vez esconderemos las garras.
Mientras tanto no queda otra que convertirse en un mamífero cuadrúpedo, que taconea con las garras en las avenidas principales de la ciudad, mirando los edificios hasta las terrazas. Serpenteando por las veredas, igual que un animal venenoso. Observando, todo, con detenimiento.  
Los vidrios se empañan del invierno que tengo en el estómago. Por eso sobrevivo imaginando otros escenarios para ésta misma historia. Vuelo lejos para reinventarme, antes de emprender un viaje desconocido y misterioso. ¿Me voy a poder desprender también de esos ojos?. La vida es completamente inoportuna en sus giros.
El inicio de junio, es un juicio que me hace el tiempo de la vida. En lo más subterráneo de mis palabras, me confieso cada una de mis propias contradicciones. Y allí también, hago mantras a Dios.
Doy saltos al futuro a cada instante. El giro cósmico que acontece bajo mis pies, son la manifestación de mi propia transformación.
Cierran las palabras antes del amanecer. Ojalá el sueño venga antes de que vuelvan a comenzar éstos monólogos interiores.

Primera hora del 2 de junio de 2016. 

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