Dos
perros ladran desde el portón, una brisa de calor mueve la copa de los árboles,
a ésta hora no se recomienda caminar descalzo en la calle principal, ya no
quedan trozos de queso, manzanas, ni azúcar. El mundo parece distinto, aunque
sabemos que está igual que siempre.
Acuarela |
Cuando muevas
las aguas internas observa hacia dónde comienza el nuevo flujo de creación. No
hay caos que no conozcas desde antes en vos. Son esos espejismos viejos los que
te causan temor, pero la aventura también es una disciplina que necesita tu
quietud.
Afuera
y adentro no siempre son la misma cosa. Pero definitivamente para viajar
afuera, primero hay que viajar adentro.
¿De qué
hablo?. Vos lo sabes bien. Viajar por el universo no es tomarse un cohete
espacial, ni anestesiarse los sentidos con veneno, ni cambiar todos los adornos
del rostro para bailar en la disco del pueblo.
Viajar
por el universo es poner pausa, decir con el corazón saltando entre los dedos:
¿y ahora qué?, y que no haya respuesta.
Por eso
mejor no imaginar nada. Mejor no hacer nada. Mejor dejar que ocurra. Mejor que
el tiempo sea solo eso, tiempo.
¿De qué
hablo?. Vos lo sabes bien.
Hablo
de que cuando te arranques los viejos pedazos como la cáscara de una mandarina,
y te quedes en carne viva, y cicatrices al sol, y comiences a nadar en ese río
que será siempre el indicado. Esa idea, de la cual todavía no tenes idea ahora,
nacerá para sorprenderte.
Entonces,
pero solo después de quedarte quieta, comenzará el viaje hacia afuera.
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