“La muerte es democrática, ya que a fin de
cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”,
dijo alguna vez José Guadalupe Posada. Quizá toda la vida comience exactamente
por la idea que tenemos de la muerte. ¿Qué representa para vos?, ¿de qué
morimos?, ¿por qué morimos?. Y entonces, ¿para qué vivimos?.
A los 15 años estuve por primera vez frente a
la obra del mexicano G. Posada, ilustrador experto en litografía, grabado en
madera y otros materiales. Estaba sentada en un banco de la plaza 9 de Julio en
horas de la siesta y desconocía que aquel libro de Eduardo Galeano, “Patas
Arriba, la escuela del mundo al revés”, contenía aquellas calaveritas como
huellas de otra historia. ¿Te acordas del arlequín enanito en la tapa del
libro?, ese dibujo también lo hizo el hombre que le dio vida a la muerte
mexicana.
Acuarela |
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016 |
Ahora
sé que el autor de esas figuras nació el 2 de febrero de 1852, en Aguas Calientes.
A los 16 años aprendió el grabado en madera y la técnica de litografía,
trabajos que profundizó como aprendiz de Trinidad Pedroza desde 1968. Fue
también su maestro quien influenció las ideas políticas y sociales de Posada,
un elemento definitivo para que el arte tallado en materiales duros, se vuelva
ilustración gráfica en los diarios de la época.
Entre las publicaciones más recordadas se
encuentra el Jicote, el semanario progresista que crearon como herramienta de
protesta y manifestación de humor negro, ante las injusticias que se vivían en
el régimen porfirista (la dictadura de Porfirio Díaz).
En 1872 Posada y Pedroza se instalaron en
León, Guanajuato donde instalaron un taller de litografía comercial. De 1875 a 1888
Posada colaboró con los periódicos de esa ciudad, como “La Gacetilla”, “El
Pueblo Caoticoa” y “La Educación”. Después de la inundación del 18 de Junio de
1888, se trasladó a la Ciudad de México y continuó participando de las publicaciones
de “La Patria Ilustrada”, y “La Revista de México”.
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016 |
La popular “Catrina”, esa calavera coqueta, con un enorme sombrero, flores y de aspecto aristócrata, fue originalmente bautizada por Posada como la “calavera garbancera”, en alusión a los indígenas que cultivaban garbanzos y que pretendían llevar un estilo de vida y costumbres europeas. Entonces mientras la desigualdad socio económica generaba miles de muertos o vivos hambrientos, Posada necesitó cuestionar esa actitud hipócrita de sus propios compueblanos.
Aquel trabajo de visualización de la
desigualdad generó que en varias oportunidades lo metieran a la cárcel, sin
embargo el artista continuó su trabajo inclusive en los momentos más álgidos de
la política nacional. Los investigadores declaran que la obra de Posada alcanza
los 2000 grabados.
El 20 de enero de 1913, Posada se encontró
con su musa de toda la vida, la muerte. Enfermo, en la más despiadada pobreza y
anonimato, fue enterrado en el Panteón de Dolores de la Ciudad de México, y
tiempo después depositado en una fosa común junto a otros cuerpos sin
identificación.
Fue el muralista Diego Rivera quien
desenterró al artista. Renombrando a la calavera garbancera como “Catrina”,
puso en las líneas de la historia mundial una obra que recorrió el planeta y
que consolidó la tradición del día de muertos.
Es nombrada frecuentemente la pintura “Sueño
de una tarde Dominical en la Alameda Central”, donde Rivera se pintó como un
niño tomado de la mano de la Catrina, que a su vez va del brazo de su creador
José Guadalupe Posada. En una segunda hilera también están presentes José Martí
y Frida Kahlo.
Ayer por la tarde, después de investigar
sobre ésta raíz, mis amigas mexicanas me invitaron a compartir el homenaje que
realizaron en el Panteón, aquí en Lázaro Cárdenas. Cuando llegué todavía era de
día y sobre cada tumba se vestían alfombras anaranjadas con la flor de muerto.
Era un pequeño vecindario absolutamente horizontal, y cada familia en su
parcelita de pasto embellecía el lugar de descanso de su familiar querido.
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016 |
Cuando se hizo de noche apareció una luna
finita sobre las tumbas iluminadas por los veleritos que se compran en el
mercado. Las almas encarnadas y no encarnadas me dieron la sensación de que
éramos una multitud. Luego de un rato, sin palabras, explicaciones o
pensamientos racionales, entendí la belleza de ésta tradición que nos recuerda
que la muerte y la vida son lo mismo, sólo un momento en el aprendizaje
infinito que desarrollan nuestras almas.
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016 |
Feliz día de Muertos.
2 de noviembre de 2016, Lázaro Cárdenas, Michoacán.
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