lunes, 2 de mayo de 2016

¿Me dejas filmar tus ojos? (paisaje interno #3)

Espero la casa del mar, un carrusel en el espacio que dure todo el verano, encontrar en el paladar un helado espeso mientras miro en silencio las enormes creaturas universales. En las creativas alfombras espero mi pasaje a Mercurio y que duela la sangre, ahora o nunca.
Maravilloso se muestra el planeta, los gritos crujientes y naturales invaden las noches de angustias que andan libres, y aunque nunca llega la catarsis, encuentro, bebo, canto, calmo la garganta despacio.
Las oficinas asfixian los océanos, las banderas secan las lágrimas,  veo abrir las piernas, pero cerrar los sexos mientras la mente recupera su raíz de naturaleza en el barro frio.
La virgen planta me contiene cuando el crudo espacio de los planetas llama por el nombre a la lengua rodeada de colmillos, ¿sabes desconocer la esclavitud después de liberar corazón de espasmos?, ¿por qué hay que obligarse a los olvidos hondos?, ¿afecta nuestro carácter de fuego la soledad?, ¿amamantar las letras es inevitable?, ¿puedo sacudir el estómago ballena blanca?.
Vivo la ausencia de la mentira original, aparecen los gritos de la paranoia y el hambre sube a los escenarios de teatros donde los payasos no tienen miedo del ridículo. Las guías son palomas que dicen “Querer morir es tan tonto como querer vivir”. Sufro el quiebre de la lengua nutritiva.
¿Me dejas filmar tus ojos?
Vuelvo a nadar, a hundirme mientras la lluvia que garua, espera la primavera. ¿A vos también te asalta la locura sórdida, la maldad obscena, la tristeza gris, todas las ondulaciones de la angustia?, ¿te aprieta el nudo en la garganta malvada de dientes de perro felino?
La luna afuera abraza los trenes quietos, me toca decidir los espacios de Cortázar en mí. Las nubes mueven edificios, los autos colgantes molestan la gravedad inexistente, los monos lunares tienen vómitos rosas mientras exploran la tranquilidad glamorosa y ostentan sus libros de cocina.
Las esperanzas siguen siendo misteriosas y tocar lo prohibido nos hace llorar. Comienzo a navegar desnuda, a conquistar, a comprender la fealdad tiempo. Mi poder estelar desafía la gravedad con sensualidad.

“Tenés que Soltar la bronca”, dices “Mientras brota de adentro la última tempestad ordinaria”.

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