sábado, 5 de noviembre de 2016

Expectativas (paisaje interno #43)

Recuerdo aquella frase que repetimos con la banda de la Comarca 32 aquel verano de mochila en el sur argentino. No recuerdo bien porqué, o en qué momento decíamos: “claro, porque no estamos en éste mundo para cumplir con las expectativas de nadie, y nadie está para cumplir con nuestras expectativas”.
Dibujo en lápiz - 27 de marzo de 2016

¿Cómo saber qué será lo que desearemos después?, si ni siquiera estamos seguros de qué es lo que deseamos ahora. Sin embargo ahí están todas esas ideas que nos hacemos tratando de construir “el ideal” de eso que sentimos que nos merecemos. Y así realmente con todo, desde lo material hasta lo afectivo. Lo más cómico o patético del caso, es que cuanto más subimos esas apuestas, cuanto más exquisitos son nuestros deseos, más irreal se vuelve la posibilidad de que algo de todo aquello nos toque en suerte. Porque cuando nos llenamos de expectativas, estamos desnaturalizando lo tridimensional de la naturaleza de las cosas.
Por eso muchas veces, en la frustración de las expectativas siempre no cumplidas, renegamos del mundo, de la vida, de las cosas, y sobre todo de las personas. Como reflejo caprichoso nos giramos para elegir la peor opción que nos cuadre en el modelito perfecto.

Entonces ahí, sentados con nuestra peor opción, ajustamos enojados las cejas para que nos vea de frente el universo. 

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