miércoles, 2 de noviembre de 2016

El hombre que inventó la muerte (perfil histórico)

“La muerte es democrática, ya que a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera”, dijo alguna vez José Guadalupe Posada. Quizá toda la vida comience exactamente por la idea que tenemos de la muerte. ¿Qué representa para vos?, ¿de qué morimos?, ¿por qué morimos?. Y entonces, ¿para qué vivimos?.

Acuarela
A los 15 años estuve por primera vez frente a la obra del mexicano G. Posada, ilustrador experto en litografía, grabado en madera y otros materiales. Estaba sentada en un banco de la plaza 9 de Julio en horas de la siesta y desconocía que aquel libro de Eduardo Galeano, “Patas Arriba, la escuela del mundo al revés”, contenía aquellas calaveritas como huellas de otra historia. ¿Te acordas del arlequín enanito en la tapa del libro?, ese dibujo también lo hizo el hombre que le dio vida a la muerte mexicana.
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016
Si me hago éstas preguntas es porque hoy mismo, 2 de noviembre de 2016, aquí en México es el día de muertos y la imagen espectral de la Catrina me tendió la mano al encuentro. Me acuerdo perfectamente que en esa plaza de la adolescencia, abrazada por la idea lúgubre que tengo de la muerte como resultado del legado cultural, me generó rechazo la posibilidad de esos huesos vestidos y actuando como vivos.
 Ahora sé que el autor de esas figuras nació el 2 de febrero de 1852, en Aguas Calientes. A los 16 años aprendió el grabado en madera y la técnica de litografía, trabajos que profundizó como aprendiz de Trinidad Pedroza desde 1968. Fue también su maestro quien influenció las ideas políticas y sociales de Posada, un elemento definitivo para que el arte tallado en materiales duros, se vuelva ilustración gráfica en los diarios de la época.
Entre las publicaciones más recordadas se encuentra el Jicote, el semanario progresista que crearon como herramienta de protesta y manifestación de humor negro, ante las injusticias que se vivían en el régimen porfirista (la dictadura de Porfirio Díaz).
En 1872 Posada y Pedroza se instalaron en León, Guanajuato donde instalaron un taller de litografía comercial. De 1875 a 1888 Posada colaboró con los periódicos de esa ciudad, como “La Gacetilla”, “El Pueblo Caoticoa” y “La Educación”. Después de la inundación del 18 de Junio de 1888, se trasladó a la Ciudad de México y continuó participando de las publicaciones de “La Patria Ilustrada”, y “La Revista de México”.
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016

La popular “Catrina”, esa calavera coqueta, con un enorme sombrero, flores y de aspecto aristócrata, fue originalmente bautizada por Posada como la “calavera garbancera”, en alusión a los indígenas que cultivaban garbanzos y que pretendían llevar un estilo de vida y costumbres europeas. Entonces mientras la desigualdad socio económica generaba miles de muertos o vivos hambrientos, Posada necesitó cuestionar esa actitud hipócrita de sus propios compueblanos.
Aquel trabajo de visualización de la desigualdad generó que en varias oportunidades lo metieran a la cárcel, sin embargo el artista continuó su trabajo inclusive en los momentos más álgidos de la política nacional. Los investigadores declaran que la obra de Posada alcanza los 2000 grabados.
El 20 de enero de 1913, Posada se encontró con su musa de toda la vida, la muerte. Enfermo, en la más despiadada pobreza y anonimato, fue enterrado en el Panteón de Dolores de la Ciudad de México, y tiempo después depositado en una fosa común junto a otros cuerpos sin identificación.
Fue el muralista Diego Rivera quien desenterró al artista. Renombrando a la calavera garbancera como “Catrina”, puso en las líneas de la historia mundial una obra que recorrió el planeta y que consolidó la tradición del día de muertos.
Es nombrada frecuentemente la pintura “Sueño de una tarde Dominical en la Alameda Central”, donde Rivera se pintó como un niño tomado de la mano de la Catrina, que a su vez va del brazo de su creador José Guadalupe Posada. En una segunda hilera también están presentes José Martí y Frida Kahlo.

Ayer por la tarde, después de investigar sobre ésta raíz, mis amigas mexicanas me invitaron a compartir el homenaje que realizaron en el Panteón, aquí en Lázaro Cárdenas. Cuando llegué todavía era de día y sobre cada tumba se vestían alfombras anaranjadas con la flor de muerto. Era un pequeño vecindario absolutamente horizontal, y cada familia en su parcelita de pasto embellecía el lugar de descanso de su familiar querido.
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016
El 1 de noviembre se realizan las ofrendas a los niños, por eso cuando miré en más detalle vi los juguetes sobre los tapetes de flores. El 2 de noviembre es el momento de los adultos. Entonces todos los muertos y los vivos se encuentran en amor, comiendo y bebiendo lo que más le gustaba al difunto.
Cuando se hizo de noche apareció una luna finita sobre las tumbas iluminadas por los veleritos que se compran en el mercado. Las almas encarnadas y no encarnadas me dieron la sensación de que éramos una multitud. Luego de un rato, sin palabras, explicaciones o pensamientos racionales, entendí la belleza de ésta tradición que nos recuerda que la muerte y la vida son lo mismo, sólo un momento en el aprendizaje infinito que desarrollan nuestras almas.
Panteón Lázaro Cárdenas, Michoacán, México. 1 de Noviembre de 2016
La ceremonia de la muerte, las calaveras bailando en el barcito del pueblo, Posada y Rivera pintando a la Catrina, los cementerios con sus trajes naranjas, todos los encuentros que exceden el cuerpo, todas las historias que son la misma historia, hacen de mí tabú sobre la muerte una reverencia de respeto hacia la vida.

Feliz día de Muertos. 

2 de noviembre de 2016, Lázaro Cárdenas, Michoacán. 

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