sábado, 12 de noviembre de 2016

Soltar el control (paisaje interno #44)

Hablo hace más de un mes con un hombrecito de pelo blanco, ojos muy celestes, piel blanquísima, que atiende en:
_“Buenas tardes, foto mecánica, mándeme…”.
_“Hola, mi nombre es Magalí, se volvió a descomponer mi cámara y no sé qué puedo hacer”.
_“Envíenos, que se la arreglamos”.
Días después:
_“Hola mi nombre es Magalí, sí la de Lázaro. Que ya le mandé la cámara, se la van a dejar en una caja estos días. Muchísimas Gracias”.
Cientos de veces, porque desde que mi cámara se rompió en Mazunte, todo comenzó a cambiar.
Acuarela, 10 de noviembre 2016

A veces corremos, estamos deshidratados y corremos, como si se pudiera correr al futuro. Pero quizá lo más humano sea aceptarnos tal cual somos en el presente.
Quiero contarte un secreto. Estoy atravesando un portal de inseguridades. ¿Puedo o no puedo?. Y todo gira sobre mí, la vida es como un zamba, no tengo otra forma de avanzar que no sea mirar un punto fijo: el presente.
Cuando me quedé sin mi lente de vidrio apareció el tercer ojo. El desarrollo de la intuición me lleva por caminos inesperados. Estoy comenzando a permitir que las cosas simplemente me pasen.
Antes te decía sobre ese debate interno. “¿Puedo o no puedo soltar el control de las cosas que me pasan?. Quizá cundo nos preguntamos ¿Qué significa “soltar”?, se trate de eso, de soltar el control.
Cuando se me rompió la cámara sentí que estaba perdida en el mundo, en otras palabras, sentí que perdía el control de las cosas que me estaban pasando. La auto-exigencia en ocasiones ahoga. Por eso pasar de dar pasos cortos y cargados de orgullo a la fluidez de los días, es una muralla densa pero necesaria.
Estoy escribiendo hace días sobre lo mismo, soy una repetición constante de eso que necesito doblar, ablandar, transformar.
Desarmá los viejos trajes, quédate con un par de lentejuelas, algunas plumas y todas las estrellas, pero los viejos trajes no son para éste clima, en éste país, en ésta nueva etapa. Por eso, por más que duela, soltá el control, respirá profundo y sentí cómo mutan las sensaciones internas.
¿Sabes por qué llamo paisajes internos a las cosas que te cuento?. Sí, hay una dimensión adentro, donde existo y vuelo por todos los universos que están dentro de otros universos, cada ser humano hacia su interior es infinito. Si me dejas que te hable en libertad te puedo mostrar los laberintos que cruzas mientras ocurre la vida en la superficie de tu piel.
No hay ninguna respuesta. Pero cada nueva pregunta sacude ésta galaxia profunda que te compone.
¿Te acordas lo que dijo aquella mujer mapuche en la entrevista que le hiciste para la radio?. Dijo que la mano debe estar abierta, porque si agarramos, si nos aferramos, no queda lugar para lo que va a venir. Entonces pensamos en el muchacho guapo que hacía malabares para vivir. Las bolas giraban entre sus manos y el aire. Los dedos sólo eran una catapulta, esperando lo que va a venir.
Por eso es momento de detenerse. Para saber algo sobre el pasado y el futuro, el único camino real es la percepción que tengamos del presente.
Cuando el vidrio se quiebra, cuando cruzamos el portal, cuando aceptamos que la realidad es una construcción de la percepción, podemos comenzar a elegir.
“¿Hola?, si, buenos días. Mi nombre es Magalí, lo llamo otra vez por mi cámara, ¿se acuerda de mí?. ¡Qué bueno!, sí, la misma. ¿Cómo dice?, sí, ya lo sabía, los poderes de la cámara están en el tercer ojo. ¿Lo pudo arreglar?. ¿Cómo dice?. ¿El tercer ojo no se quiebra?, ¿está seguro?.  Entonces, ¿la cámara siguió filmando todo?. Gracias, sí, ya voy a buscarla”.

¿Te asusta que todo esto no sea más que un juego?. Tranquila. Esto es un juego, y así es perfecto, dijo finalmente la mujer de alas verdes, que en la frente lucía un maravilloso cristal natural de la intuición. 

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