jueves, 7 de abril de 2016

Día 3.

1.       Este es el último día que me siento en ésta, que fue mi silla durante más de dos años o más, no me acuerdo cuando fue que nos mudamos. La privacidad de mi sitio en la plantilla de escritorios dejará de ser mi guarida, así que no tendré más opción que sentirme desnuda en el lugar que ocuparé a partir de mañana.
2.       Por la ventana puedo ver los árboles de pino, el territorio privado con los portones abiertos, un tractor que deja la huella de barro en algo que comienza a parecerse a una calle de tierra, los autos estacionados en el enorme predio frente al edificio, la lejanía afortunadamente del centro, a lo lejos los edificios de Puerto Madero.
3.       Pienso en cerrar mi Facebook cada dos o tres pensamiento. Tomo nota que últimamente necesito renovar mis imágenes de influencia. Algo del otoño me está produciendo un acorazamiento más brutal y sé que voy a extrañar los mates que me sostuvieron el ánimo desde que GA se sienta a pocos pasos de mi escritorio.
4.       Voy a llevarme mi taza amarilla y todos los papeles inútiles que tengo en los cajones, quizá no tire nada. A lo mejor abandono las cosas que no me sirven en pleno pasillo al baño o a un costado de los ascensores.
5.       Las blancas nubes sobre el cielo celeste de éste día sin lluvia, me parecen imponentes, si miro con detenimiento el cielo me acuerdo que estoy en la pielcita de la tierra, como un microbio que tipea palabras en una pequeña plaquetita de plástico a la que llamamos teclado, pero en definitiva, no puedo ostentar mayor relevancia en este mundo, que ser un organismo vivo. Las nubes me hacen acordar que nada tiene tanta relevancia si se trata de pensar en lo efímera que es mi vitalidad.
6.       Nunca me vi sentada en esta silla, en este sitio escondido al que solo llegan aquellos dispuestos a pedir lugar a mis compañeros más próximos. Las sillas de ellos y la disposición de los escritorios siempre fueron una carrera de obstáculos.
7.       Los vidrios del pasillo están llenos de fotocopias pegadas. Todas son consignas que gritan “no a los despidos”, sin embargo acá las malas noticias son parte de la cotidianidad sórdida en la que vivimos con una sonrisa falsa dibujada en el rostro.
8.       Alguien le puso candado a los muebles.
9.       A mi espalda hay un cuadro que un grupo de jóvenes de diferentes barrios hicieron durante sus capacitaciones para el trabajo. La imagen construida con pequeños retazos de azulejos, representa la idea de justicia equitativa. Esos jóvenes ya no tienen trabajo.

10.   Por todos lados hay retazos de un pasado cercano, el presente es muy diferente en todos los sentidos, pero algunos dibujitos sobre nosotros mismos continúan pegados con cinta en los monitores que hasta hoy habitamos. 

Me propuse ejercitar durante 30 días las consignas que Aniko Villalba propone en #30díasdeescribirme. 

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