“Mi cuerpo en el mar ya se reconoce pez y si
el paisaje rústico me corta la piel, es la propia especie vegetal quien me
vuelve a cicatrizar. Mi caos es una pequeña valsa que me acerca otra vez a la
orilla. En la arena mansa respiro, mientras recibo los márgenes del océano que llegan
espumosos desde lo profundo.
Acuarela |
Hay días en que puedo entrar hablándole,
acariciándolo, dejándolo cubrirme el cuerpo mientras me jala a su fondo. Y como
no me traga me devuelve. Entonces como un hechizo me cubre las piernas de
escamas y me regala una maravillosa cola de sirena. Durante días ya no necesito
los pies y también descanso las alas. Me animo a conectarme después de tantos
años a la vía láctea y así conozco en mi cuerpo las otras posibilidades de transformación”,
dijo la mujer de alas verdes y se durmió con el sonido de las olas.
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