El
pucho invisible se consume en cámara lenta y la habitación devora el sutil
calor que produce el fuego de la punta. Me agotó la jaula de los payasos, ya no
quiero volver a verlos ni en mis pensamientos, ¿pero y ahora qué?, si la ciudad
sigue tan serpenteante como cuando llegué.
Mi
sombra se escapa de la aplastante figura enredada en las colchas. Hay una hora
de la vida, en que solo podemos abrazarnos al colchón, como si alrededor se desparramara
lo que queda del mundo que nos inventamos.
Le doy
la espalda adrede, no estoy para presenciar su danza. No sé porque se empeña en
invitarme a caminar sobre su cuerda floja, ya bastante tengo con el suelo firme
que tiembla mucho desde que todo comenzó.
Ella
baila y no le importa deformarse, tiene ese giro sobre su vientre que le
permite dejar caer los recuerdos. En el ritual están sus miedos buscándole los
pies, pero sus formas sostienen la conexión directa con un sol de noche.
Vuelvo
a girar desde mi piel de oruga hecha de sábanas, la espío para sostener los
buenos modales y me pregunto qué pasará con ella el día de mi muerte. Irritante
sombra sin cuerpo, usurpándome los pliegues de la carne para demostrarme que su
danza es más poderosa que el llanto o la risa.
Danza
mi propia sombra y me roba los pensamientos estúpidos, excita a mi curiosidad que
se me escapa para acompañarla en su salto sobre el fuego. “¡Incendiemos la
oscuridad!”, grita la desquiciada sombra. “¿Vas a esperar a que te sorprenda el
final del cuento?”, me interroga. Me tapo la cabeza con una almohada, el miedo
al mundo es pasajero pero verdadero.
La
ceremonia de la sombra es una danza de calor original. Aunque no sean horas de
levantarme de la cueva en la que hiberno, ella convence a mi sangre y entonces
sedo. Giramos a solas y con los ojos cerrados, nos trasladamos a la primavera.
“¿Qué
día es hoy?”, le pregunto con la mirada hacia adentro. “El único día del mundo,
infinito en sus ciclos, estaciones, horas y formas. Pero que no te confundan,
el mundo solo tiene un día y siempre es hoy”.
Sonrío
con los parpados pesados y el cuerpo gravitando, a veces es necesario salir a
bailar con la propia sombra.
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