“Dejate
amar y subite a la ventura de estar sintiendo la vida en todo el cuerpo.
Dejate observar
para existir, soltá la pesada sotana del fantasma y mostrate, decite al espejo,
“acá estoy”. Necesitas estar presente en cada paso de tu vida, ahí hay un
templo que empieza a generar, el poder de la brújula.
¿Para
dónde debo ir?, decías antes y el universo respondió. Entonces fuiste una discípula
maravillosa: aplicada, sacrificada, humana, real.
Miraste
la luna todas las noches para soñar un poquito más allá. Recorriste la ciudad hundiéndote
en todos los trámites del sistema. Escribiste para salvarte de la locura.
Alzaste en brazos tu guarida y la ofreciste al azar. Leíste mis palabras
agudas, inclusive cuando tu corazón y tu cabeza estaban en guerra.
El alma
abrió un nuevo portal y te dejaste amar.
Todo el
mundo comenzó a girar como un zamba y saltaste al abismo con todo el miedo de
la raza humana, meditaste en el vacío, y abrazaste algunos recuerdos de tu
presente, para que no se vayan nunca.
Este
será tu cuerpo, y ahora también, éstas serán tus alas.
Tu
historia, la que quizá sea la más complicada de contarte, ocurre ahora como la
suma de acontecimientos misteriosos.
Llegó el
momento, porque te animaste a entender, que el momento siempre es ahora.
Buen
viaje. Yo te sigo en mi avión”, dijo la mujer de alas verdes y cruzó las
fronteras en un avioncito de papel.
29 de
agosto 2016. Buenos Aires, Argentina. 10:58 am
No hay comentarios:
Publicar un comentario