viernes, 5 de agosto de 2016

Metamorfosis natural (paisaje interno #22)

Dice que antes de tener alas, también vivió adentro de una burbuja.
Era una enorme esfera más frágil que el vidrio, pero más impenetrable que el acero. Sin puertas ni ventanas, construida de manera orgánica a la intemperie.

Acuarela
La mujer se acostaba a veces panza arriba, para ver cómo se mojaba la cúpula transparente. Durante las horas de lluvia se preguntaba por la temperatura y la sensación de estar bajo ese cielo en descomposición. Pero dice que era más fuerte el miedo y por eso se conformaba con imaginar.
Vivió allí muchos años. Construyó dentro un universo propio para jugar, observó los días, las noches, los inviernos, los veranos, las aves, los pastos, las hormigas, todas las formas de la luna.
Vivir adentro de la burbuja suponía estar a salvo. Nadie puede correr peligro si tiene un caparazón infranqueable, tapándola igual que las sábanas de la niñez, cuando era evidente que habían monstruos en la oscuridad de la pieza.
“Afuera del mundo privado, está el mundo y listo. ¿La realidad?, ¿la verdad?, yo no sé de esas cosas, porque intuyo que es más importante preguntarnos qué tipo de realidad interpretamos, que verdades nos representan”, dijo, “La cajita de cristal no te transforma, si estás buscando algún camino, es importante que des el paso siguiente, y permitas la metamorfosis natural”.
“Cada vez que cae al suelo una vieja armadura, estas más cerca de experimentar el vuelo”, me aseguró. “La burbuja es una fórmula de transición, para que nazca una mejor posibilidad de nosotros mismos”.

5 de agosto 2016. 

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