martes, 2 de agosto de 2016

El ser humano es tierra que camina (paisaje interno #20)

Caigo a la tierra, soy semilla que sueña con ser árbol. Rompo la membrana que protege mi interior y me enamoro, sufro, me mudo, bailo, te escribo, me observo, te necesito, huyo, me encuentro y siempre, vuelvo a perderme.
Acuarela

Sé que el ser humano es tierra que camina, yo también fui animal, tuve alas, pico, garras, hojas, esencia, adrenalina escapando por los poros, miedo de la noche.
¿Te cuesta entenderme?, no te preocupes, no es importante que me entiendas. Pero a lo mejor éste día de frío, hincada como una estaca en el cemento, un día después de la celebración de la pachamama, a cuatro días de volver a nacer, necesito recordarme algunas cosas en el futuro.
Ayer me zambullí en un colectivo urbano y ya no cargaba con una pesada casa de soltera en la ciudad. Oliverio y yo no sabíamos que llegaría éste día, pero quizá lo presentimos alguna vez. ¿De qué hablo?, de nada, no te preocupes, ni siquiera es necesario que sigas leyendo. Soy solo yo y ésta tarde que me empuja a decir algo para que el silencio no me trague igual que una serpiente.
Lo que pasa es que ayer pude pintar, pude entrar en el centro porteño para hacer trámites, me frené en alguna vidriera con ilusión de pintarme el rostro como un cuadro, y también compre frutas secas para calmar la ansiedad. En mi vida ya no pasan cosas emocionantes, ahora soy parte de los suburbios que tiene el misterioso futuro. A mí tampoco me funciona ese tipo de amor.
Entonces ayer no quedó espacio en mi reloj para hacer por lo menos una ofrenda a mi divinidad preferida. Porque si en algo te digo que tengo fe, es la naturaleza.
La naturaleza de todos mis errores que se transforman en aprendizaje, y el cuerpo que pide a gritos… no importa. Ya entenderemos todo esto algún día.
¿Qué si estoy triste?, claro que no. Lo que ves es el periodo del círculo que me gravita la vida a otros horizontes.
Gracias. ¿Me leíste hasta acá?. Está bien de todas maneras, porque a pesar de callarlo todo, es un tiempo para decir algo con la única esperanza de que se lo lleve el viento.
La mujer con alas duerme sobre el hombro de la paciencia que tiene la tierra con mi irremediable finitud. Soy un instante igual que vos, por eso mejor nombrar la frialdad de tus tardes y dejar que algún día, de algún mundo, estas líneas de amor a la madre naturaleza, sean narradas desde su vientre.

2 de agosto 2016.

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